Nuestra labor en Nicaragua ha estado enfocada en llevar alegría a los niños en las comunidades más remotas del país, capacitando a jóvenes para que puedan trabajar con ellos y brindarles apoyo a largo plazo.
Después del devastador paso del huracán Mitch en 1998, que arrasó con comunidades enteras y dejó a miles de familias sin hogar, nos sumamos a los esfuerzos de ayuda humanitaria que Castillo del Rey ofrecía y nos sumamos junto con el bus clínica de Compasión. Llevamos asistencia médica a las zonas afectadas, colaborando con médicos y voluntarios para atender a quienes lo habían perdido todo.
A lo largo de los años, hemos continuado apoyando a las comunidades nicaragüenses con programas educativos, actividades recreativas y formación de líderes jóvenes para que puedan seguir impactando su entorno de manera positiva.