A petición de una misionera que vivió durante 5 años en la selva amazónica de Iquitos, Perú, decidimos visitar este país para apoyarla en su labor. Fue así que comenzamos a trabajar en capacitación de voluntarios, ayuda médica, acompañamiento en el área de educación y la organización de campamentos juveniles en varias ciudades del país. También nos encargamos de la traducción de literatura a los dialectos locales, lo que se convirtió en una de nuestras tareas más urgentes y necesarias.
Una de las experiencias más impactantes de este trabajo fue cuando decidimos llegar a una de las tribus más alejadas, lo que nos llevó más de 30 días navegando en canoa a través de los ríos de la selva peruana. Esta aventura nos permitió comprender aún más la urgencia de traducir información vital en su idioma, especialmente en los ámbitos médico, religioso y educativo, para que pudieran acceder a los conocimientos que necesitamos compartir.
El trabajo con estas comunidades fue enriquecedor no solo por los desafíos logísticos, sino también por el compromiso de los voluntarios que se unieron a nuestra causa. A lo largo de este proceso, algunos de estos voluntarios, después de ser acompañados por nosotros en su formación, lograron finalizar sus estudios superiores y ahora continúan su misión como voluntarios en otros países, fundando lugares de ayuda y extendiendo el impacto que comenzó en la selva amazónica de Perú.
Este proyecto ha dejado una huella indeleble, no solo en las comunidades que ayudamos, sino también en los voluntarios que, al ser parte de esta misión, han decidido continuar con la visión de ayudar a otros en distintas partes del mundo.